Abstract
La formación inicial y continua de los docentes y su incidencia en las prácticas educativas es quizá uno de los temas más desafiantes en el debate pedagógico actual. Más allá del consenso alcanzado en el sentido de destacar la función que las instituciones formadoras deben cumplir para cubrir las demandas de los docentes en relación con las exigencias de las complejas y cambiantes situaciones escolares, la discusión en torno a esta problemática está aún lejos de resolverse.